Albert Ellis, padre de la Terapia Cognitiva y creador de la Terapia Racional Emotiva Conductual (TREC), afirmaba que era sumamente importante que toda persona tuviera una aceptación incondicional de sí misma, con sus defectos y sus virtudes:"cada uno de nosotros hemos de considerarnos válidos por el hecho de estar vivos, ser personas y estar aquí, independientemente de que desarrollemos o no nuestras capacidades o estemos limitados en muchas de ellas por razones diversas (físicas o psicológicas)".
La aceptación incondicional es mucho más sana y positiva que la autoestima condicional, en la que uno se acepta a sí mismo a condición de que haga las cosas bien y que reciba la aceptación de aquellas personas significativas para él/ella; o lo que es lo mismo, la aceptación de nosotros mismos la ponemos en manos de los demás, pues depende de la valoración que los demás hagan de nosotros.
Entender el concepto de la valía humana como única e invaluable es importante para empezar a aceptarnos incondicionalmente, por dos razones principalmente:
Nuestro ser es invaluable y es ilógico calificarnos de una manera global en función de una conducta, una emoción, un pensamiento y / o un acontecimiento.
Eres valioso simplemente porque eres un ser humano y estás vivo, no perfecto, único y en constante cambio.
Vamos a imaginar que una hermosa cesta de mimbre contiene frutas buenas y malas. ¿Cambia de valor la cesta según las frutas que tenga? El valor intrínseco de la cesta, ¿depende de la calidad de sus frutas?
Jesucristo, Buda, Sócrates y otros que han realizado contribuciones a la humanidad, en ciertos momentos de sus vidas fueron rechazados por la mayoría de sus congéneres. ¿Valían menos cuando eran rechazados? ¿Valían más después?
Es más adecuado valorarnos y juzgarnos en función de nuestras conductas, nuestras emociones, nuestros pensamientos y los acontecimientos que nos pasan, que juzgar a todo nuestro ser. Somos seres humanos y por lo tanto, nuestra esencia es equivocarnos y en ser únicos, no existe el ser humano perfecto!
Comparto con vosotros este cuento de Jorge Bucay, buen ejempo de lo que significa aceptarse incondicionalmente:
" Un cargador de agua en la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que él llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía una grieta, mientras que la otra era perfecta y entregaba el agua completa al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón. Cuando llegaba, la vasija rota sólo contenía la mitad del agua. Por dos años completos esto fue así diariamente. Desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, perfecta para los fines para la cual fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía conseguir la mitad de lo que se suponía debía hacer. Después de dos años le habló al aguador diciéndole: "Estoy avergonzada de mi misma y me quiero disculpar contigo..." ¿por qué? le preguntó el aguador. -Porque debido a mis grietas, sólo puedes entregar la mitad de mi carga. Debido a mis grietas, sólo obtienes la mitad del valor de lo que deberías. Él aguador se sintió muy apesadumbrado por la vasija y con gran compasión le dijo: "Cuando regresemos a la casa del patrón quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino. Así lo hizo y en efecto vio muchísimas flores hermosas a todo lo largo, pero de todos modos se sintió muy apenada porque al final sólo llevaba la mitad de su carga. El aguador le dijo: ¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino?, siempre he sabido de tus grietas y quise obtener ventaja de ello, sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde tú vas y todos los días tú las has regado. Por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi maestro. Sin ser exactamente cómo eres, él no hubiera tenido esa belleza sobre su mesa" (Jorge Bucay) MORALEJA: ¿Cuántas veces nos hemos sentido inútiles para ciertas tareas? Nadie es perfecto; y en esas imperfecciones reside el maravilloso valor de cada ser humano, con sus virtudes y defectos, pero cada uno es único e irreemplazable, y todos tenemos un lugar reservado. Sepamos aprovechar nuestras virtudes y nuestros defectos para crecer y ser cada vez mejores.